Me bajé del bus muerta de hambre, había viajado 10 horas desde Jujuy a Calama, Chile. Lo primero que hice fue ir a una casa de cambio. Saqué un billete de 100 dólares para cambiar solo 20 dólares y me fui directo al primer restaurante que encontré.
Mientras saboreaba el menú del día, me viene a la cabeza la escena de la casa de cambio y me doy cuenta de que no me había devuelto los 80 dólares del cambio.
Dejé todo y salí corriendo desesperada.
Corrí sin aliento, le explico mi reclamo y me dice que no tenía ningún billete de 100 que yo le había dado 20 dólares. Era imposible! Discutimos un rato y le pido que me muestre la cámara de seguridad y se niega. Lo amenazo con llamar a los carabineros, pero el señor ni se inmuta.
Era una bola de fuego. Entre idas y vueltas me trataba de mentirosa. Si me hubiera dicho «jodete por no chequear tu vuelto, tonta», me cerraba la boca. Así que me dirigí a la comisaría y volví con el patrullero pensando en hacer justicia, el dinero no lo iba a recuperar pero al menos necesitaba que alguien con autoridad lo intimara.
El muy guapo se resistió a mostrar las cámaras a los carabineros ni devolver solo 80 dolares.
Así fue como lo vi salir esposado y con la banda de «clausurado» detrás.
